martes, 30 de octubre de 2012

EL VEGANISMO


EL VEGANISMO
Por Raúl Cruz

Donald Watson (1910-2005), inventor del término y el modo de vida "vegan", fundador de la Vegan Society.


La palabra veganismo viene del término inglés “vegan” y designa un modo de vida basado en el respeto a los animales. El término “vegan” fue inventado por Donald Watson (1910-2005) y su esposa Dorothy en el año 1944 –tomando las primeras tres letras y las dos últimas de la palabra “vegetarian”– con el objetivo de diferenciarse de quienes practicaban el vegetarianismo por compasión o respeto a los animales pero que, sin embargo, admitían otros productos derivados de la esclavitud animal como los lácteos, los huevos y la miel. El 1 de noviembre del mismo año, Watson y su esposa fundaron la Vegan Society (Sociedad Vegana) para difundir ese nuevo modo de vida basado en un verdadero respeto por los animales. Watson definió el veganismo como una filosofía de vida que excluye todas las formas de explotación y crueldad hacia el reino animal e incluye una reverencia a la vida.

En primera instancia, el veganismo es un modo de alimentación estrictamente vegetariano (cero productos de origen animal) pero, al ser una filosofía de vida que tiene como fundamento el respeto a los animales, no puede enfocarse exclusivamente a la forma de alimentarse; rechaza también el uso de cuero y pieles en el vestido y calzado; se posiciona en contra de los experimentos con animales y condena el uso de animales como entretenimiento o diversión. Es decir, el veganismo es, en la práctica diaria, la total abstinencia de productos y subproductos de origen animal, ya que estos sólo pueden obtenerse mediante la dominación, la tortura y el asesinato de los animales.

El veganismo parte de una visión objetiva del mundo; considera a los animales como seres independientes que tienen tanto derecho como nosotros a estar en este mundo, viviendo sus vidas libremente de acuerdo a sus necesidades e intereses; rechaza la visión antropocentrista del mundo que considera a la naturaleza y a sus habitantes (no humanos) como simples recursos que están a su uso y disposición. En este sentido, el veganismo surge como una reacción ante la dominación de los animales por parte del hombre.


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En el ámbito de la alimentación, el veganismo rechaza contundentemente el consumo de huevos y de productos lácteos, que muchos supuestos vegetarianos toleran porque consideran que para obtener tales productos, los animales no tienen que ser asesinados. Sin embargo, se trata de una explotación atroz contra los animales implicados.

Los huevos parecen ser un producto "libre de crueldad", pero si reflexionamos sobre las horribles condiciones en las que viven las gallinas destinadas a la producción de huevos, el panorama resulta totalmente diferente.


Empecemos por la explotación de gallinas. Los huevos parecen ser un producto “libre de crueldad”, pero si reflexionamos sobre las  horribles condiciones en las que viven las gallinas destinadas a la producción de huevos, el panorama resulta totalmente diferente. Las gallinas son hacinadas en pequeñas jaulas donde apenas pueden moverse, alimentadas con antibióticos y manipuladas genéticamente para incrementar la producción. La tensión y el hacinamiento al que son sometidas desemboca en conductas antinaturales: empiezan a picotearse hasta matarse. Para evitar este tipo de comportamiento, o más bien para proteger los intereses de los empresarios (pues cada animal muerto representa una ganancia menos), se les cortan los picos con una guillotina especial o con un cuchillo caliente lo cual, sin duda, les ocasiona un terrible sufrimiento, pues se sabe que el pico de estos animales es muy sensible. Finalmente, cuando las gallinas ya no producen lo suficiente para mantener su cuota de alimentación son, al igual que los pollos “de engorda”, enviadas al matadero.

Separados de sus madres, los terneros son aislados y alimentados deficientemente para hacer más blanda su carne y que los humanos puedan disfrutar la leche que naturalmente les corresponde. Finalmente son enviados al matadero.


La explotación de vacas es igualmente cruel. Generalmente, no se conoce la relación entre la industria láctea y el negocio de la carne de ternera. Las vacas, al igual que las mujeres, tienen leche con un único fin: amamantar a sus hijos. Las vacas son embarazadas de manera artificial para que puedan tener un ternero y así dar leche. A los pocos días de nacer, los terneros son separados de sus madres, encarcelados y encadenados por el cuello para minimizar sus movimientos, no pudiendo siquiera dar la vuelta. Esta tortura tiene como fin hacer más blanda su carne. Pasan los siguientes meses de su vida con una dieta antinatural, baja en hierro, y son alimentados con antibióticos para hacer su carne aún más blanda. Finalmente, son atados y  enviados al matadero donde mueren desangrándose en medio del horror, la tristeza y el sufrimiento. Entretanto, la vaca es nuevamente inseminada de manera artificial y se vuelve a repetir todo el proceso. La unión entre madre e hijo es tan fuerte en estos animales, que sufren mucho cuando son separados. El luto de las vacas puede durar varias semanas: se sabe de vacas que han escapado de las granjas para ir a encontrarse con sus hijos. Sin embargo, esto no les importa ni a los productores ni a los consumidores de productos lácteos. El objetivo para los primeros es incrementar las ganancias y para los segundos, deleitar el paladar. Y como existe una gran demanda, estos animales tienen que sufrir aún más: por ejemplo, se les inyecta constantemente la hormona de crecimiento bovino de la empresa Monsanto con el objetivo de incrementar la producción de leche hasta en un 40%. A causa de esto, las vacas desarrollan infecciones en las ubres y mastitis. Se sabe que los antibióticos administrados van a parar, también, a la leche de los consumidores, afectando su salud. Sin duda, un justo castigo.

Todo este miserable proceso de producción de lácteos y de huevos es sumamente innecesario. Los seres humanos podemos vivir perfectamente absteniéndonos de consumir carne, leche, huevos y demás productos de origen animal.

 Queremos dejar claro que el veganismo tampoco apoya la ingestión de leche y huevos  “orgánicos” o provenientes de las granjas donde los animales “viven en libertad”, por el simple hecho de que se sigue viendo a los animales como meros “medios para nuestros fines”: una estúpida visión en la que las vacas sólo “sirven” para dar leche y las gallinas para poner huevos.

 Entiéndase bien: los animales no están para servirnos, no son objetos que podamos tratar a nuestro antojo. El veganismo es una forma de rechazo coherente contra toda forma de explotación y esclavitud de los animales.

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A causa del lavado de cerebro  que hace la industria láctea a los consumidores a través de los medios de comunicación, existe la idea generalizada de que los productos lácteos son imprescindibles. A continuación, citamos un apartado del libro La dieta vegetariana de Miguel Aguilar, donde se refuta, científicamente, la falsa creencia de que los lácteos son necesarios:




La leche

Tradicionalmente, se ha considerado la leche como un alimento de primera calidad, absolutamente necesario en la alimentación infantil y muy conveniente en la del adulto. Las razones de ello son el contenido en proteínas de alta calidad y la gran cantidad de vitaminas que contiene, en particular la D. Debido a esto, ha surgido toda una industria gigantesca basada en la leche (leches pasteurizadas, en polvo, homogeneizadas, desnatadas, etc.) y los derivados de la leche como los quesos, yogures, etc.

Parece que nadie discute la necesidad de la leche y se da por supuesta su validez y bondad como alimento. Pero ¿es así? La leche es lo que toma un bebé. ¿Es lógico que un niño o un adulto la tome? Desde luego, en el reino animal no ocurre, aunque ello no demuestra mucho. Pero el primer punto en el análisis de la bondad de la leche es preguntarse si un organismo adulto puede digerirla. El segundo punto sería plantearse si es necesaria para un niño.

1) Digestión de la leche

En el mamífero adulto, la digestión de las proteínas se inicia en el estómago por acción de la enzima pepsina. Esta encima es prácticamente inexistente en el estómago de los recién nacidos, en los cuales existe otra enzima distinta. En éstos, cuando la leche –que es su único alimento– llega al estómago, se cuaja debido a la acción de otra enzima denominada renina, que se produce solamente en el estómago de los mamíferos recién nacidos (en el ser humano está presente hasta los 3 años de edad). La razón de la coagulación es la conversión del caseinógeno, proteína de la leche, en caseína, que es insoluble. Así, los grumos de caseína se separan del suero lácteo. De esta forma el coágulo se contrae y pasa al intestino sin digerir. En el intestino pequeño se digiere el coágulo por la acción de enzimas adecuadas (principalmente tripsina).

La razón biológica del por qué de la coagulación de la leche en el estómago de los bebés y del cambio de enzimas no está muy clara todavía. Pero lo que sí se puede deducir de todo el proceso es que el mecanismo de digestión de los mamíferos está preparado para digerir la leche hasta una cierta edad, es decir, hasta el destete y a partir de ese momento el proceso de digestión cambia para enfrentarse a la digestión de otras proteínas y se olvida de la leche.

Hay más evidencias de que esto es así. En efecto, la leche contiene también azúcar, denominado lactosa, que sólo existe en este alimento. En el epitelio intestinal hay una serie de hidrolasas que rompen los azúcares. En particular, en los mamíferos recién nacidos existe la lactasa, que rompe la lactosa en monosacáridos fácilmente absorbibles. Pues bien, como la lactosa no está presente en la alimentación de ningún mamífero adulto (por adulto se entiende después del destete [excepto del hombre]), entonces es de esperar que o no exista lactasa en el epitelio intestinal de los mamíferos adultos o bien en cantidades despreciables. Y, en efecto, así ocurre.

Al igual que con los demás mamíferos, en la mayoría de los casos los bebés cesan de producir lactasa después del destete; sin embargo, ésta persiste en algunos adultos humanos sin que se conozca la razón biológica de esta anormalidad. La mayor proporción de la anormalidad biológica de mantener una producción alta de lactasa ocurre entre las personas de origen europeo sin que se sepa la razón de ello. En mi opinión, debido a la enorme ingestión de leche que se fuerza a consumir a los niños en cuanto se produce el destete (si es que se produce, ya que la gran mayoría de los niños occidentales tienen lactancia artificial), el cuerpo no tiene más remedio, como defensa, que seguir produciendo lactasa para digerir la lactosa y así evitar su fermentación en el intestino, que es lo que ocurre en las personas con intolerancia a la lactosa.

La deficiencia de producción de lactasa no significa que no pueda tolerarse la ingestión de pequeñas cantidades de leche, como cualquiera puede comprobar dando un plato de leche a un gato adulto. Aunque hay casos muy claros de intolerancia a la leche, la mayoría de las reacciones no son tan obvias y se manifiestan con producción de gases, diarrea o dolores abdominales.

Otro punto importante es el siguiente: La lecitina es un fosfoglicérido compuesto por colina, una vitamina (la B4) según muchos investigadores. Su gran importancia es como agente antigrasa para la función nerviosa, para la presión sanguínea y para la resistencia a las enfermedades. Pues bien, la leche materna contiene lecitina, es decir, colina, mientras que la leche de vaca no. Esto significa que la leche materna lleva su propio agente emulsionante de las grasas que contiene, lo que ayuda a digerirla y transportarla, mientras que la leche de vaca no. Por tanto, la grasa de esta leche se digiere de forma distinta a la materna. Si la ingestión de leche de vaca es alta, significa que reducirá las reservas de colina con el consiguiente perjuicio para el organismo. Una insuficiencia de colina desde la infancia puede conducir, muy probablemente, a padecer presión arterial alta en el futuro.

Hay otras muchas razones más o menos fundadas en contra de la utilización de la leche como alimento, pero no son tan contundentes como las 3 anteriores, por lo que no se expondrán aquí. Éstas son suficientes, ya que implican la mala digestión y lo perjudicial que puede ser desde el punto de vista de los tres componentes principales: proteínas, grasas y glúcidos.

Por tanto, puede afirmarse que, en términos biológicos, anatómicos, bioquímicos y evolutivos, ingerir leche después de los 3 años es una anormalidad y una aberración. Así, las enormes cantidades de leche que los “expertos” en nutrición infantil recomiendan ingerir a los niños en crecimiento son, literalmente, contra naturales.

            2) ¿Es la leche realmente necesaria?

En realidad, la pregunta sería si los productos lácteos, en general, incluyendo la leche, son necesarios para una alimentación completa.

En la sección de las proteínas se puede ver que los productos lácteos no son necesarios desde el punto de vista de la calidad de las proteínas, pues existen proteínas de origen vegetal con una calidad mayor o igual a la de la leche. En la sección de los minerales se comprueba que, desde el punto de vista del aporte del calcio, también puede ser sustituida ventajosamente por productos de origen vegetal. La leche y los productos lácteos son una de las poquísimas fuentes de vitamina D que existen, por ello se recomienda su ingestión. Sin embargo, en la sección dedicada a la vitamina D se ve que no es necesaria la ingestión de dicha vitamina, pues la fuente principal es su generación en la piel por exposición al sol. El resto de los nutrientes, tanto calóricos como no calóricos, se pueden obtener más fácilmente y en mayores cantidades en otros alimentos de origen vegetal.

Por tanto, la conclusión es que se puede prescindir por completo de la leche, incluso durante el crecimiento de los niños. Esta afirmación, que está completamente en contra de lo que nos han enseñado, ¿es cierta? En Human Nutrition and Dietetics (p. 588) en el capítulo dedicado a la nutrición infantil, se hace una afirmación extraordinaria:

“En la práctica, el crecimiento y el desarrollo son normalmente menores en los niños que reciben dietas pobres que contienen poca o ninguna leche. Esto no tiene por que ser así: Widdowson y McCance demostraron que si se ingiere una buena mezcla de proteínas vegetales, se obtienen excelentes velocidades de crecimiento, a despecho de la virtual ausencia de leche en la dieta. Se recomienda a veces ingerir mayores cantidades de leche. Esto puede acelerar más el crecimiento y, menos cierto, incrementar la estatura adulta, pero no hay evidencia de que ello sea deseable o que contribuya a la salud y el bienestar”.

Llegamos así al punto principal de este libro: si un niño que no toma leche está raquítico o mal desarrollado es porque no se le ha sabido alimentar bien y no ha tomado el sol, no porque la leche sea un alimento imprescindible. Por supuesto, es más fácil darle un vaso de leche al niño que ponerse a pensar en una dieta equilibrada, pero esto sólo demuestra que, en efecto, es más fácil, no que la dieta vegetariana sea inferior. Por otra parte, teniendo en cuenta los efectos secundarios comentados anteriormente, no está claro que esta aparente facilidad sea positiva, sino que incluso, a la larga, puede ser negativa para el niño.

**Extraído del número 2 de la REVISTA TIEMPO ANIMAL, México.

miércoles, 24 de octubre de 2012

La leche: un producto cruel e insano


LA LECHE: UN PRODUCTO CRUEL E INSANO

Los productos lácteos son responsables directos de la muerte y el sufrimiento de los terneros, así como de las vacas productoras de leche. LA LECHE NO ES UN PRODUCTO LIBRE DE CRUELDAD.


El objetivo de este artículo es,  desmentir los mitos existentes sobre los lácteos y entregarte información actualizada y científicamente respaldada por importantes organismos de Salud Mundial. Eso sí, sólo se hablará de la perspectiva nutricional ya que hay un capítulo en particular que se refiere a la industria en sí misma:
·         Procesos para la obtención de leche,
·         Su consecuente maltrato hacia las vacas y terneros,
·      La desinformación sistemática de la sociedad respecto a estas prácticas cotidianas.


La leche de vaca está adaptada a las necesidades nutricionales de los terneros, que, a diferencia de los bebés humanos, doblan su peso en 47 días (para los humanos son 180 días), desarrollan cuatro estómagos, y pesan 1100-1200 libras en dos años. La leche de vaca contiene unas tres veces la cantidad de proteína de la leche humana y casi un 50% más de grasa.

Ninguna especie además de la humana bebe leche después de la infancia, y ninguna especie bebe la leche de otra especie (excepto los gatos y perros domésticos, que aprenden el hábito de los humanos).

Después de los cuatro años de edad, la mayoría de las personas desarrollan intolerancia a la lactosa, imposibilidad de digerir el carbohidrato lactosa (presente en la leche), debido a que dejan de sintetizar la enzima digestiva lactasa.

¿Pero nuestra salud?
¡Nuestros niños necesitan calcio…!

Es cierto que los lácteos son una buena fuente de calcio, pero también lo son las hortalizas de hoja verde (como el brócoli y las alcachofas ), las legumbres, patatas, champiñones, frutos secos y semillas , aparte de las algas , que son el alimento más rico.

Estos alimentos logran satisfacer TODAS nuestras necesidades nutricionales y, lo más importante, SIN RIESGOS PARA TU SALUD.

El prestigioso Dr. Michael Klaper afirma que:
“Los seres humanos no tienen absolutamente ninguna necesidad nutricional de la leche de vaca”.

El "Proyecto China" , el mayor estudio a largo plazo sobre la relación de la dieta y la salud, dirigido por el Dr. Colin Campbell de la Universidad de Cornell en los Estados Unidos, arrojo   interesantes resultados: se ha demostrado que los países del tercer mundo (generalmente en África y Asia ) donde culturalmente jamás han consumido lácteos, no padecen osteoporosis y otras enfermedades relacionadas; cuando adoptan los hábitos occidentales, empiezan a desarrollar los mismos problemas de salud que afectan a nuestras sociedades.

"Contrariamente a las pretensiones de la industria láctea, esta pérdida ósea no es prevenida o detenida por un aumento del consumo de calcio tanto como por un descenso en el consumo proteico (...). Los alimentos ricos en proteína animal, como la carne, los huevos y los lácteos, lixivian calcio del organismo para neutralizar los subproductos ácidos resultantes de la descomposición del exceso de proteínas; esto provoca una pérdida neta de calcio. (…). A pesar de que la leche tiene mucho calcio, este calcio no es aprovechado convenientemente por nuestro organismo (en cambio un ternero sí lo puede aprovechar de forma correcta). 

Se han encontrado pruebas científicas sobre los riesgos de salud que conllevan el consumo de leche de vaca. Estos problemas son provocados por las proteínas, el azúcar, la grasa y los contaminantes que contienen los lácteos. La lista de problemas asociados es interminable, destacando:

·                    Alergias,
·                    Infecciones de amígdalas y oído,
·                    Asma,
·                    Anemia,
·                    Diabetes juvenil,
·                    Enfermedades coronarias,
·                    Artritismo,
·                    Sinusitis,
·                    Leucemia,
·                    Cáncer (de colon, próstata, pecho, ovarios y recto),
·                    Esclerosis múltiple,
·                    Osteoporosis,
·                    Cataratas, etc.

¿Qué hay de malo en los productos lácteos?

A continuación te presentamos un texto que es original del PCRM, siglas del Physicians Committee for Responsible Medicine (Comité de Médicos por una Medicina Responsable) (http://www.pcrm.org). Este comité estadounidense es una organización sin ánimo de lucro que fue fundada en 1985 y está apoyada por alrededor de 5.000 médicos y 100.000 seguidores. Entre sus recomendaciones figura la dieta vegetariana sin lácteos (vegana).

1.- Preocupaciones de Salud en Bebés y Niños

Las proteínas, el azúcar de la leche y la grasa saturada de los lácteos pueden representar riesgos de salud para los niños y conducir al desarrollo de enfermedades crónicas tales como obesidad, diabetes y formación de placas ateroscleróticas que pueden conducir a problemas cardíacos.

La Academia Americana de Pediatría recomienda que los bebés menores de un año no reciban leche entera de vaca, ya que la deficiencia de hierro es más probable con una dieta rica en lácteos. Los derivados de la leche de vaca son muy bajos en hierro. Si se convierten en una parte principal de la dieta, la deficiencia de hierro es más probable. Los cólicos son una preocupación adicional en relación con el consumo de leche. Uno de cada cinco bebés sufre cólicos. Los pediatras aprendieron hace tiempo que la leche de vaca era la razón.

Ahora se sabe que las madres que amamantan pueden tener bebés
propensos a cólicos si dichas madres consumen leche de vaca. Los anticuerpos de las vacas pueden pasar del flujo sanguíneo de la madre a la leche de su pecho y así al bebé. Además, las alergias a los alimentos parecen ser un resultado común del consumo de leche, particularmente en los niños.

Un reciente estudio también asoció el consumo de leche de vaca al estreñimiento crónico en los niños. Los investigadores sugieren que el consumo de leche produce llagas perianales y dolor agudo al defecar, conduciendo al estreñimiento.

El 90% de los pacientes de asma que fueron sometidos a una dieta totalmente vegetariana (sin carne, huevos o lácteos) experimentaron grandes mejorías en la frecuencia e intensidad de sus ataques (6). Según la Academia Americana de Alergias, Asma e Inmunología, la leche es la primera causa de alergias alimentarias en los niños, provocando síntomas tan diversos como mucosidad nasal etc.

2.- Osteoporosis

La leche se recomienda para prevenir la osteoporosis, aunque la investigación clínica muestra que esto no es cierto. El Estudio de Salud de Enfermeras de Harvard , que siguió a más de 75.000 mujeres durante 12 años, mostró que el aumento en el consumo de leche no tiene un efecto protector sobre el riesgo de fracturas. De hecho, el consumo superior de calcio procedente de los lácteos estaba asociado a un mayor riesgo de fracturas. Un estudio australiano obtuvo los mismos resultados. Además, otros estudios han demostrado que no hay ningún efecto protector de calcio lácteo sobre los huesos. Se puede reducir el riesgo de osteoporosis reduciendo el consumo de sodio y proteína animal en la dieta, aumentando el consumo de frutas y verduras, haciendo ejercicio , y asegurando un adecuado consumo de calcio procedente de vegetales tales como las hortalizas de hoja verde y las legumbres, así como productos enriquecidos con calcio como los cereales de desayuno y algunos jugos.

3.- Enfermedades Cardiovasculares

Los productos lácteos -que incluyen quesos, helados, leche, mantequilla y yogurt - aportan cantidades importantes de colesterol y grasa a la dieta. Las dietas ricas en grasa y grasas saturadas pueden aumentar el riesgo de diversas enfermedades crónicas como son las enfermedades cardiovasculares. Una dieta vegetariana baja en grasas que elimine los lácteos, en combinación con el ejercicio, dejar de fumar, y combatir el estrés, permite no solo prevenir los problemas cardiacos, sino también recuperarse de ellos.

Robert Cohen, autor de "Leche: el Veneno Mortal", estima que, cuando el americano medio llega a los 50 años, ha consumido la misma cantidad de colesterol procedente de los lácteos que el contenido en 1 millón de lonchas de bacon (2).

 4.- Cáncer

Diversos tipos de cáncer, como el de ovario, han sido relacionados con el consumo de lácteos. El azúcar de la leche, la lactosa, se descompone en el organismo en otro azúcar, la galactosa . A su vez, la galactosa se descompone más por la acción de las enzimas. Según un estudio del Dr. Daniel Cramer y sus colegas de Harvard , cuando el consumo de lácteos excede la capacidad de las enzimas de descomponer la galactosa, pueda acumularse en la sangre y pueda afectar a los ovarios femeninos. Algunas mujeres tienen niveles particularmente bajos de estas enzimas, y cuando consumen lácteos de forma regular, su riesgo de padecer cáncer de ovario puede alcanzar el triple que en otras mujeres.

Los cánceres de mama y próstata también han sido relacionados con el consumo se lácteos, presumiblemente asociado, al menos en parte, al aumento de una sustancia llamada factor de crecimiento similar a la insulina (IGF-1). El IGF-1 se encuentra en la leche de vaca y se ha demostrado que aparece en niveles superiores en la sangre de individuos que consumen lácteos de forma regular. Otros nutrientes que aumentan el IGF-1 se hallan también en la leche de vaca. Un reciente estudio demostró que los hombres que poseían los mayores niveles de IGF-1 tenían más de cuatro veces el riesgo de cáncer de próstata en comparación con aquellos que poseían los niveles más bajos.

5.- Diabetes

La Diabetes dependiente de insulina (tipo I o inducida en la infancia) está asociada al consumo de lácteos. Estudios epidemiológicos de diversos países muestran una fuerte correlación entre el uso de lácteos y la incidencia de esta diabetes. Los investigadores descubrieron en 1992 que una proteína específica de los lácteos provoca una reacción autoinmune, que se sospecha que es lo que destruye las células productoras de insulinas del páncreas.

6.- Intolerancia a la lactosa

La intolerancia a la lactosa es común en muchas poblaciones, afectando en Norteamérica aproximadamente al 95% de los asiáticos, al 74% de los nativos americanos , al 70% de los africanos , al 53% de los mexicanos , y al 15% de los caucásicos . Los síntomas, que incluyen molestias gastrointestinales, diarrea y flatulencia, suceden porque estos individuos no poseen las enzimas que digieren la lactosa. Además, aparte de estos síntomas no deseados, los bebedores de leche se están también arriesgando a desarrollar otras enfermedades crónicas y dolencias.

7.- Toxicidad de la Vitamina D

El consumo de leche puede que no proporcione una fuente consistente y fiable de vitamina D en la dieta. En los muestreos de leche se han encontrado variaciones significativas en el contenido de vitamina D, con algunas muestras que presentan hasta 500 veces el nivel indicado, mientras que otras poseían poca o ninguna. Un exceso de vitamina D puede ser tóxico y puede provocar niveles excesivos de calcio en la sangre y en la orina, una absorción superior de aluminio por el organismo y depósitos de calcio en los tejidos blandos.                                                                                                           

8.- Contaminantes

Se suelen utilizar comúnmente hormonas sintéticas como la hormona de crecimiento bovino recombinante (rBGH) para las vacas lecheras con el fin de aumentar la producción de leche. Cuyos fabricantes dicen que aumenta la producción de la vaca en un 20%. Eso no es todo. Según la advertencia gubernamental que, por ley, debe acompañar los paquetes de la BGH   de la empresa Monsanto, el uso de esta hormona "ha sido asociado con incrementos de quistes ováricos y desórdenes del útero" y puede aumentar el número de vacas aquejadas de mastitis (11). Las tasas superiores de infecciones en las vacas han conducido al aumento en el uso de antibióticos - en un momento en que los científicos dicen que el abuso de antibióticos ha provocado que cada vez más cepas de bacterias se vuelvan resistentes a los medicamentos. La Unión de Consumidores, que publica la revista Consumer Reports, advierte que unas tasas superiores de infección en las vacas también significan mayor presencia de pus en la leche que se consume (12). Algunos investigadores también desconfían de los efectos a largo plazo del consumo de leche de vacas tratadas con BGH. Por ejemplo, el Dr. Samuel Epstein, profesor de sanidad ambiental en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Illinois, cree que dicha leche podría aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer en los humanos (13).

Como puedes ver, la creencia popular de que los lácteos son el "alimento perfecto" ya no se encuentra dentro de los estamentos de la ciencia y medicina. ¡¡¡Incluso, son considerados peligrosos para la salud!!!
                                                                                                                                            
Es una vida de vacas

Las vacas de nuestras granjas actuales viven sólo unos 4 o 5 años, en contraposición a la esperanza de vida de 20-25 años que gozaban las vacas de épocas anteriores. Para mantener a los animales en altos niveles de productividad, los lecheros las mantienen constantemente embarazadas mediante la aplicación de la inseminación artificial. Los granjeros también usan una gama de drogas, como la hormona de crecimiento bovino (BGH); la prostaglandina, que se usa para provocar el celo a la vaca cuando el granjero desea que sea inseminada; antibióticos; e incluso tranquilizantes, para influenciar la productividad y el comportamiento de las vacas.

¿Qué le sucede al ternero? 

Quizás el mayor dolor sufrido por las vacas de la industria lechera es la repetida pérdida de sus crías. Los machos son generalmente apartados de sus madres en las primeras 24 horas y vendidos por subasta para la escandalosa industria de la ternera o a los productores de vacuno. Si se mata la ternera de joven, su cuarto estómago es también usado en la elaboración del queso; contiene renina, un enzima usado para cuajar (o coagular) la leche y convertirla en queso. El cuajo, de cuya membrana es un extracto la renina, también puede ser usado en este proceso. Es posible producir queso sin cuajo (disponible en tiendas de dietética), pero la íntima conexión entre las industrias lecheras, cárnicas y peleteras hacen que sea más barato para los productores de queso usar despojos de ternero que un enzima de origen vegetal. Tras 60 días, la vaca será embarazada de nuevo. Durante unos siete meses de sus siguientes nueve meses de embarazo, a la vaca le seguirán ordeñando la leche destinada para su ternero anterior. Una típica vaca lechera industrial parirá tres o cuatro veces en su corta vida. Cuando su producción de leche decae, es enviada al matadero.

Referencias:
(1) Dana Wood, W, Nov. 1996, p. 114.
(2) Robert Cohen, “Milk: The Deadly Poison,” Earth Island Journal, Summer (Southern Hemisphere) 1997-98, p. 19.
(3) “Calcium: High Intakes May Double Hip Fracture Rates,” Lunar Osteoporosis Update, Nov. 1997.
(4) Neal Barnard, M.D., Eat Right, Live Longer (New York: Harmony Books, 1995), p.162.
(5) John A. McDougall, M.D., and Mary A. McDougall, The McDougall Plan (Piscataway, N.J.: New Century Publishers, Inc., 1983), p. 52.
(6) John Robbins, Diet for a New America (Walpole, N.H.: Stillpoint Publishing, 1987), p.300.
(7) “Some Doctors Can’t Swallow ‘Drink Your Milk’ Admonition,” Las Vegas Review-Journal, 8 Mar. 1996.
(8) McDougall, op.cit., pp. 49-50.
(9) Jack Anderson and Dale Van Atta, “Stray Voltage Killing U.S. Dairy Cows,” The Washington Post, 9 Aug. 1989.
(10) Marla Cone, “State Dairy Farms Try to Clean Up Their Act,” Los Angeles Times, 28 Apr. 1998, p. A1.
(11) The Humane Farming Association, “Special Report: Bovine Growth Hormone,” 1994.
(12) Kathleen Day, “Dairy, Consumer Groups Udderly at Odds on Cow Hormone,” The Washington Post, 2 May 1995, p. D1.
(13) Anita Manning, “Risk of Cancer Debated,” USA Today, 23 Jan. 1996, p. 1D.

 *Fuente: PETA (Personas por un Trato Ético hacia los animales)